Un relato efímero Ni Mali se agarró con fuerza a la falda de su madre Habiba. Amanecía en Sidi Ifni y el siroco había borrado la línea previsible del horizonte haciendo del esperado azul cielo un rojo terroso. La niebla era tan cerrada que hacía casi imposible vislumbrar la senda. En el sueño, Habiba lava la parte inferior de la chilaba que lleva puesta.
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Pues que queréis que os diga, es realidad. Todavía hay que adeudar en cuenta mi ciudadanía, mi condición carnal macho heterosexual y asistencia, buena claro ejem, ejem. Vamos que a los extranjeros nos lo ponen lechoso y en garrafa. Por eso es congruo asiduo admirar parejas formadas por compañeros de facultad o de administración, e aun fiestas organizadas con el fin de agenciárselas galán las llamadas Gokon. Ya mi madama me diga que eso no es del todo existencia, una de las primeras cosas que se aprenden cuando empiezas a relacionarte con japoneses, excepto que sean hiper guays e hiper modernos, es que el acción de que una señora tenga amistades varones o un burdégano amigas mujeres no es poco demasiado corriente.